Entrevista por Alberto Aranda, redacción por Jordi Martínez y fotografías por Antonio Bouzas.
«Ya no basta con ser neutro. Tenemos que construir un modelo empresarial que ayude a regenerar».
Calidad del aire
Barcelona,
Las acciones de tu marca impactan nuestro entorno. También en el aire que respiramos: mejor hacerlo bien.
Nos encontramos con Luís en algún lugar del puerto de pescadores de A Coruña. El día empezó con lluvia, pero la imprevisible meteorología de la capital gallega decide darnos un respiro en forma de mañana soleada. Nos sentamos en el café de la fundación MOP, que recupera un antiguo silo de cementos del Cantábrico y ese mes acogía una exposición de Helmut Newton. Le acompaña Jorge Mahía, su Director Ejecutivo, que desprende una cercanía (desafortunadamente) impropia de alguien con su cargo, algo que dice mucho de lo que pretende B100 y de quién ha decidido fundarlo.
A Luis, el café, le gusta acompañarlo con un pincho de tortilla. Es una persona servicial, de las que recuerdan el nombre de todo el mundo. Lo primero que nos llama la atención es su capacidad de explicar conceptos tremendamente complejos de forma sencilla, sin necesidad de simplificarlos. Una habilidad muy necesaria si tu trabajo, entre otras muchas cosas, consiste en explicar un banco que recicla plástico cada vez que pagas y te recompensa por salir a correr.
Según él mismo cuenta, su carrera profesional tiene mucho de azar. Después de pasar un buen rato juntas, charlando sobre propósito, transparencia y la diferencia entre «disponer de efectivo» y «sacar dinero», si algo nos queda claro es que ha puesto mucho de su parte para tener la suerte de su lado.
Empecemos hablando de B100, un tipo de banco muy especial. ¿Qué os diferencia de un banco convencional?
La gran diferencia de B100 es que es un modelo integral. El healthy banking no es solo tener una cuenta con unas características financieras específicas, es un modelo completo: la manera en que tratas a tus empleados y a tus usuarios, la forma en que mides el impacto de tu actividad productiva en el entorno, etc. Esa es la mayor diferencia.
Estamos en una fase de la civilización, de la historia, en la que ya no basta con ser neutros, tienes que crear un modelo que ayude a regenerar. Muchas veces lo llevo a un tema doméstico: en tu propia casa no basta con no ensuciar, tienes que limpiar.
¿Y cómo se traduce eso en los productos financieros que ofrecéis?
Sabemos que la actividad financiera no afecta solo al dinero, sino que puede tener más impacto y, por eso, hemos desarrollado dos productos financieros muy diferenciales.
El primero es una tarjeta de débito que limpia plásticos cada vez que pagas (B100 destina el 25 % de los ingresos de las tarjetas «Pay to Save» a un proyecto de recogida de plásticos).
Por otro lado, tenemos un producto que que te ofrece una recompensa, financiera, si cumples un reto saludable. Es una cuenta extra remunerada en la que solo puedes ingresar dinero si cumples un objetivo muy sencillo de salud. Ahora mismo es con pasos, pero muy pronto habrá nuevos métodos de ahorro saludable, y no solo de salud física, que permitirán ahorrar más.
A todos nos interesa que nuestros clientes estén sanos. Si podemos hacerlo, ¿por qué no vamos a ayudarte a dar un paseíto más, a caminar o correr un poquito más, porque te damos una remuneración mayor?
«Ya no basta con ser neutro. Tenemos que construir un modelo empresarial que ayude a regenerar».
¿Cuáles han sido los principales «peros» y obstáculos que os habéis encontrado, tanto dentro como fuera de la compañía?
B100 es un proyecto de ABANCA, sería imposible hacerlo de la nada, y hemos tenido mucho apoyo desde el principio, pero crear un banco digital es muchísimo más complejo de lo que incluso quienes estamos dentro del sector podríamos imaginar.
Explicar un producto como «Pay to Save» no es fácil y la parte regulatoria ha sido quizá uno de nuestros mayores desafíos. Nosotros, además, en eso somos muy ortodoxos, no queremos correr ningún riesgo y sabemos que la regulación siempre tiene un sentido muy claro, que es proteger a nuestras usuarias. Hemos mantenido muchas conversaciones con varios expertos y con Autocontrol para saber cómo contarlo de la forma correcta. Cuando sacas un producto innovador en un mercado tan regulado, tienes que asumir que va a haber un trabajo muy importante en ese sentido.
Más allá de la regulación, existe la idea generalizada de que el sector bancario prioriza el crecimiento constante y los beneficios de los accionistas por encima del bienestar de los usuarios y el impacto en el entorno. Vuestra propuesta, en ese sentido, se aleja de forma contundente de la mayoría de vuestros competidores. ¿Cómo afrontáis el reto de cambiar la percepción de las consumidoras, ya no respecto a una marca, sino respecto a un sector entero?
El reto es enorme. Todo lo sucedido en los años 2007, 2008 y hasta 2013 aún tiene un impacto en la percepción que se tiene de los bancos y no hay ningún diseño de producto ni ninguna campaña que vaya a resolver eso de una tajada. Ese objetivo debe estar presente en cada interacción con un cliente, en cada decisión que tomas, incluso a nivel de producto, para crear una relación sana y saludable.
En nuestra app, por ejemplo, mostramos el plástico recogido al mismo nivel que el saldo de tu cuenta. Hemos querido ser honestos con eso, no hemos hecho una primera compra de plástico para que los primeros clientes vean toneladas de plástico recogido en el contador. Los primeros clientes vieron que el plástico recogido por la comunidad era de 50 o 40 o incluso menos kilos (ríe). Es en el día a día cuando la marca puede demostrar sus valores y es algo que toma tiempo y transparencia, no campañas de titulares gigantes que digan «Somos honestos».
Estamos haciendo un esfuerzo por ser más transparentes y creíbles, y por normalizar una relación que rompa con la habitual jerarquía empresa-cliente del sector bancario. Es algo que tenemos muy interiorizado desde que construimos el banco: no podemos decirle a la gente «disposición de efectivo» si podemos decir «sacar dinero». Es tan sencillo y, a la vez, tan complejo como eso.
Hablas de tener en cuenta el impacto en el entorno, de regenerar en lugar de ser simplemente neutro o de la protección de los usuarios como elementos clave en la construcción de vuestro proyecto. A nivel global, ¿qué peso o qué valor crees que tenemos las marcas y las empresas en la sociedad?
La responsabilidad de las empresas es estar a la altura de lo que demanda la sociedad, lo que piden los clientes. Si no tenemos en cuenta las demandas de nuestros usuarios, lo vamos a tener muchísimo más complicado. En el caso de B100, creemos que hay usuarios que, cuando tienen que elegir entre todos los bancos que hay en España o entre todas las tarjetas que tienen para pagar un café, valorarán que alguien recoja plástico del océano cada vez que pagan ese café sin que a les cueste nada, porque es el banco el que renuncia a una parte de sus ingresos para hacerlo.
Si echamos la vista atrás, no 20 o 15 años, sino 5, veremos que las empresas que tienen más capacidad de leer lo que les piden los clientes son las más prósperas, las que más han crecido. Y las que no lo han hecho, al revés.
Eso no quita que todas las marcas tengamos la responsabilidad de hacer las cosas bien, por supuesto, pero creo que hoy en día el mercado nos ayuda a corregir muchas cosas. Al final, cada uno vamos ocupando nuestro sitio. Lo que está claro es que los clientes son cada vez más exigentes en cuanto a la responsabilidad de las marcas, y lo serán cada día un poco más.
¿Qué le dirías al Luis del pasado que te hubiera gustado saber entonces?
Al Luis del pasado me hubiera gustado decirle, sencillamente: «Tranquilo, va a salir todo bien». Yo soy muy sufrido para eso y siempre te entran dudas y miedos. También le diría que no pierda nunca de vista el medio y el largo plazo, que no se deje ahogar en el día a día, algo que a mí me cuesta mucho. Es muy importante que tu día a día no lo regulen las necesidades semanales, sino los objetivos estratégicos a largo plazo.
También le diría que confíe, no solo en sí mismo, sino en la gente que le rodea. Muchas veces pensamos que nos enfrentamos a todo nosotros solos, y nada más lejos de la realidad. Formas parte de un equipo, dentro y fuera de la compañía, con el que compartes un montón de cosas.
Muchas veces pensamos que somos como una botella cerrada de la que no sale nada y creo que somos muchísimo más porosos. Estás muy conectado, incluso con gente que parece que no forma parte de tu entorno más cercano, pero cuyo trabajo te afecta en el día a día. Estoy intentando cambiar un poco esa forma tan vanidosa de creer que puedes con todo y que todo es tu responsabilidad.
Del Luis del pasado, a las empresas del futuro. ¿Hacia dónde crees que se dirigen las marcas?
Me gustaría ver lo mismo que decía ahora de las personas y de mí mismo en las empresas. Me encantaría ver empresas que toman decisiones pensando en el medio y en el largo plazo, tanto de su negocio como de sus clientes. Sobrevivir una semana es muy diferente a sobrevivir un año, diez años o cien. En el futuro, ojalá todas las empresas tomen decisiones pensando en cómo van a ser, al menos, dentro de cien años.
Tú mismo puedes llegar a vivir cien años o más, ¿por qué no?, pero, si no haces algo por tu parte, no vas a poder aprovecharlo del todo, no vas a poder vivirlo al 100 %.
«En un futuro, me encantaría ver empresas que toman decisiones pensando en el medio y en el largo plazo, tanto de su negocio como de sus clientes».
Por nuestra parte, no sabemos si llegaremos a los cien años, pero nos volvemos a CASA con la certeza de que, sean los que sean, los queremos caminar rodeados de personas como Luis y de proyectos como B100.
El entorno digital y las webs, como ésta, también contaminan. Y mucho.
En CASA BIEN creemos que cuestionar las prácticas habituales del branding y crear marcas más responsables ayuda a nuestro entorno. A cambiar las cosas para bien.
Si tú también lo ves así, escríbenos.